Espejo de villanos: No ficción Phoenix

"Hijos de puta, si os dejo con vida es por que habréis de amortajárme como a un ángel"

domingo, 28 de noviembre de 2010

No ficción Phoenix

Reconozco que Joaquin Phoenix no es santo de mi devoción. En «Gladiator» me pareció un actor frío y torpe bajo el papel de un emperador que me hacía añorar al Nerón inmortalizado por el sensacional Peter Ustinov. Volví a sentir la misma vacuidad cuando el muchacho se metió en el pellejo de Johny Cash, aquel tipo que había escrito la tragedia americana con las seis cuerdas de una guitarra y volvía locos a los presos con sus canciones en el penal de San Quintín. Ahora me lo encuentro en la sección oficial de este certamen como un actor que se ama demasiado y en vez de mantenerse angustiado y enloquecido en su intimidad toma la fea actitud de expresarlo abiertamente para ser admirado en un falso documental.

«I'm still here» es la puesta en escena de dos años del intérprete de «En la cuerda floja» en los que decide representarse a sí mismo, despeñándose por el barranco de la fama y el dinero y sacrificando una carrera prometedora en la meca del cine por la grabación de un disco de hip-hop. Casey Affleck, el hermano de Ben Affleck, nos presenta a un Phoenix narcisista, drogadicto, sucio, alcohólico, un tipo destruido que guarda la esperanza de ser el nuevo poeta de América. Sin embargo, lo que podría ser la mejor de sus interpretaciones se queda en un absurdo montaje basado en la acumulación de escenas pretenciosas y grotescas, expresadas de forma aburrida y reiterativa sin un destino concreto.

Reconozco que me aburren sus provocaciones, sus paranoias, su sentido del humor y que, en ocasiones, cierro la pestaña y apenas logro encontrar una sola secuencia que justifique casi dos horas de metraje. A pesar de todo, «I'm still here» nos obliga a recordar otras cintas que se asientan sobre la no ficción. «Bowling for Columbine» de Michael Moore supuso un antes y un después en los planteamientos narrativos del género. El individuo que se cuestionaba el orden de las cosas y que se atrevía a ponerlas en jaque, apostando por ser el verdadero protagonista del relato y el causante directo de lo que sucedía frente a la cámara, sentó las bases de una nueva y polémica forma de contar la realidad a través de este filme. Con un lenguaje similar, el cómico Sacha Baron Cohen, con «Borat» primero y «Bruno» después, trató de dibujar una América hilarante, pero no menos cierta, a través de personajes revulsivos y desconcertantes que ponían de manifiesto una sociedad conservadora y moralmente podrida. Entiendo que Phoenix y Affleck, guionistas de este plúmbeo «I'm still here», se quieren mover en estos términos; sin embargo, desgraciadamente todo lo que en las otras películas era una sátira desvergonzada y una denuncia capaz de estremecer el espinazo, aquí queda reducido a un ejercicio masturbatorio de primer orden que no merece, siquiera, un artículo

No hay comentarios:

Publicar un comentario