Espejo de villanos: Todos los libros hablan de ti

"Hijos de puta, si os dejo con vida es por que habréis de amortajárme como a un ángel"

domingo, 28 de noviembre de 2010

Todos los libros hablan de ti

Madrid es un género literario y ayer me desperté con una película que hablaba de un Madrid íntimo y sentimental, revestido de librerías galdobarojianas, de jóvenes poetas malheridos y calles antiguas por las que se paseaba una hermosa Bárbara Lennie, embebida en un abrigo rojo. Me gustan las pelis en las que la ciudad es también un protagonista. Después, cuando las visitas, tienes la sensación de que ya has estado allí más veces, hasta el punto de resultar familiar o incluso doméstica, como si tu subconsciente hubiera sido prodigiosamente conquistado por sus paisajes, su luz, sus sombras, su ruido. De alguna forma, se te queda grabada la extraña y confortable impresión de que has pasado muchos momentos gratos de tu existencia viviendo sobre sus aceras antes de pisarlas.

Gracias a «Todas las canciones hablan de mí», he tenido la misma sensación, quizá porque el Madrid de Jonás Trueba, su Madrid, también ha sido hasta ahora el mío. En cualquier caso, el primer largometraje del joven realizador es una sencilla historia de amor roto entre un joven y hermético librero y su novia. A partir de ese momento, el muchacho es testigo de los avatares y anhelos de sus amigos, mientras trata de encontrar su camino y su propia voz en una ciudad que hasta entonces lo ignora. Por el medio, la cinta es una proclamación personal de Trueba acerca del valor de la literatura en la vida cotidiana de las personas, esas que se detienen a deleitarse con el aroma de las páginas de un libro recién salido de la imprenta. En cualquier caso, me gusta esta película con todos los defectos de un autor primerizo porque nos empuja hacia la nostalgia de un Madrid noventayochista que nadie vivió y porque convierte ese mismo Madrid en un espacio moderno que sigue siendo percibido intensamente, literariamente, por directores noveles como Trueba.

Por otra parte, la tarde se presentó aburrida con la comedia francesa «Mammuth», un largometraje dirigido por Gustave de Kervern y Benoît Delépine, realizadores sobradamente conocidos en este festival, que proyectó en años anteriores algunos de sus trabajos. La cinta que se presenta a la sección oficial está protagonizada por Gérard Depardieu y narra los avatares de un empleado de matadero al que le hacen falta unos documentos oficiales para alcanzar su jubilación. Para ello, el protagonista recorrerá a lomos de su motocicleta los lugares donde llevó a cabo sus primeros trabajos. A lo largo de esta «road movie» francesa, Depardieu sufrirá una progresiva transformación, abandonando la tosquedad de un viejo carnicero por la felicidad hippy de un hombre nuevo que vuelve a amar a su mujer. Honestamente, me pareció una película correcta aunque me dejó igual de frío y mojado que cuando entré, de modo que uno, querido y desocupado lector, prefiere dejarlo aquí para no seguir dando la chapa. Mañana más.

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